25 de febrero de 2012

El último de los Mörike-Lieder de Hugo Wolf

Estoy puliendo mi libro de "Los Lieder de Hugo Wolf". Transcribo el último de los lieder con textos de Eduard Mörike, los cuales son una obra maestra.

53. ABSCHIED (Adiós)

Fecha de composición: 8 de marzo de 1888.

Tonalidad: Do menor/ si bemol mayor.

Compás: 2/4 (3/8).

Tiempo: Ziemlich lebhaft (Bastante vivo).

Ámbito: re 3 – siЬ 4.

En su poema escrito en 1837, Mörike ironiza acerca de los críticos de arte, que elaboran sesudos discursos sobre la sombra y no sobre el cuerpo, haciendo que nos fijemos en alguna parte minúscula porque hay que decir algo. La reacción del protagonista es como la de Cyrano, arrojando al ofensor escaleras abajo con una bien calculada patada en el culo.

Escribe Fischer-Dieskau maliciosamente que con «Abschied», todos los artistas que han podido hacerlo han sentido la malvada experiencia de encontrar un placer furtivo con la cólera que Wolf arroja sobre los críticos. Sin embargo, hacía pocos meses que Wolf había dejado su trabajo como crítico musical en el semanario femenino Der Wiener Salonblatt. ¿Pensaba en algún crítico en especial, en los que apoyaban a Brahms y la tradición? ¿Tal vez da esa patada en el culo a su vida anterior ahora que sabe a ciencia cierta que es un buen compositor? Desde luego, este Abschied está bien elegido como colofón a sus Mörike-Lieder. El lied es una comedia con el último y onomatopéyico gag de la caída mientras el piano desgrana las notas de un encantador vals. Y es que al final de todo el mejor consejo es el Make’em laugh (Hazles reír) que nos da Donald O’Connor en la película Cantando bajo la lluvia.

Unangeklopft ein Herr tritt abends bei mir ein:

Ich habe die Ehr’, Ihr Rezensent zu sein!“

Sofort nimmt er das Licht in die Hand,

Besieht lang meinen Schatten an der Wand,

Rückt nah und fern: „Nun, lieber junger Mann,

Sehn Sie doch gefälligst ’mal Ihre Nas’ so von der Seite an!

Sie geben zu, daß das ein Auswuchs is.“

- Das? Alle Wetter – gewiß!

Ei Hasen! ich dachte nicht,

All’ mein Lebtage nicht,

Daß ich so eine Weltsnase führt’ im Gesicht!!

Der Mann sprach noch Verschied’nes hin und her,

Ich weiß, auf meine Ehre, nicht mehr;

Meinte vielleicht, ich sollt’ ihm beichten.

Zuletzt stand er auf; ich tat ihm leuchten.

Wie wir nun an der Treppe sind,

Da geb’ ich ihm, ganz froh gesinnt,

Einen kleinen Tritt,

Nur so von hinten aufs Gesäße mit –

Alle Hagel! Ward das ein Gerumpel,

Ein Gepurzel, ein Gehumpel!

Dergleichen hab’ ich nie gesehn,

All’ mein Lebtage nicht gesehn,

Einen Menschen so rasch die Trepp’ hinabgehn!

Sin llamar, una tarde entró un señor en mi casa:

“¡Tengo el honor de ser su crítico!”

Inmediatamente coge la lámpara en su mano,

observa mi sombra en la pared,

se aproxima y recula diciendo: “Ahora querido joven,

”si usted gusta, ¡mire su nariz por este lado!

”Admita que es una excrecencia.”

¿Esto? ¡Mil rayos, ciertamente!

¡Diablos! ¡Jamás pensé

en toda mi vida

que llevase una nariz tan descomunal en la cara!

El hombre aún dijo varias cosas sobre esto y aquello

que, por mi honor, no recuerdo;

quizás pensó que debía confesarme a él.

Por fin se levantó y le acompañé alumbrándole;

cuando llegamos a la escalera,

le di con gran placer

una pequeña patada

atrás, justo en el culo.

¡Qué de insultos! ¡Qué estruendo,

qué volteretas y qué costalazo!

Algo igual jamás he visto,

en toda mi vida he visto

a un hombre bajar así las escaleras.

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