13 de enero de 2012

Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano

Como he sido bueno, los Reyes Magos me han regalado tres volúmenes de “Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano” (el cuarto me toca comprármelo) de Edward Gibbon (Putney, 1737-Londres, 1794), publicado por Turner.

En 1764 llegó a Roma Gibbon y este momento lo refirió en sus Memorias: “Fue en Roma, el 15 de octubre de 1764, cuando me senté pensativo en medio de las ruinas del Capitolio, mientras los frailes descalzos cantaban las Vísperas en el templo de Júpiter, que la idea de escribir la decadencia y caída de la Ciudad se puso en marcha en marcha por primera vez en mi mente”.

Es un libro ameno, con notas que hacen referencia a grandes escritores antiguos como Dion Casio, Suetonio, Tácito y otros, y también modernos, bajo un prisma muy personal.

La lectura de este libro la alterno con las traducciones de los textos de los lieder de Fanny. Entresaco del tercer capítulo del primer tomo lo siguiente:

“La más simple definición de la monarquía la concibe como un Estado en el que un solo individuo, cualquiera que sea su título, tiene a su cargo la ejecución de las leyes, el manejo de los caudales y el mando de las armas, y a menos que, para bien de todos, no tenga lugar la intervención de esforzados celadores. Ese señorío se corrompe y se transforma en despotismo. En épocas de superstición, la influencia de los sacerdotes tal vez puede contribuir al afianzamiento de los derechos naturales, pero siempre se hermanan el trono y el altar, de modo que el estandarte eclesiástico pocas veces fue visto al lado del pueblo”.

Puedo entenderpor qué a la Iglesia no le parecía bien la obra de este gran investigador de la época de la Ilustración.


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