6 de mayo de 2010

Angelika Kirschschlager: "Los lieder requieren, como la poesía, tiempo y paz para escucharlos"

La periodista Victoria M. Niño escribe en Norte de Castilla el siguiente artículo:

La Orquesta Sinfónica de Castilla y León, dirigida por Yaron Traub. Solista, la mezzosoprano Angelika Kirschschlager.
Programa: Obertura de 'Rosamunda', de Schubert, 'Lieder orquestales', de Schubert, obertura de 'Euryante', de Carl Maria Von Weber, 'Metamorfosis sinfónicas', de Paul Hindemith.
Días 6 y 7, 20.00h.

A Angelika Kirschschlager le gustan los colores, los que entran por la vista y los que distingue el oído. Para muestra sus pantalones y su risa. Pero sobre todo la sobria interpretación de los lieder de su compatriota Schubert, cuya manida 'Ave María' adquiere tonalidades nuevas en la lectura de la mezzosoprano de Salzburgo.
Ella cantará a Schubert y la Orquesta Sinfónica de Castilla y León tocará a Brahms, uno de los sucesores que orquestaron las canciones del compositor vienés. «El lied es un reto para el compositor, cómo integrar un texto dentro de la música. Hay textos que han inspirado partituras muy distintas. Como cantante intento traducir, no las palabras, sino las emociones musicales para que lleguen a públicos que no comparten ese idioma o que no tienen delante el texto», explica Kirschschlager. «Una vez en un recital de Dusseldorf, olvidaron poner los poemas franceses en el programa de mano y yo expliqué antes de cantar más o menos de qué trataban las canciones. Fue una experiencia curiosa porque luego escucharon muy atentos tratando de intuir en la música donde ocurría cada cosa. El lied es una aventura que requiere, como la poesía, tiempo y paz para escucharlos».
Intentó ser pianista antes que cantante y celebra la mudanza temprana. «La voz es el instrumento más fascinante, porque sale del cuerpo. La voz humana es como la voz de Dios. Los grandes compositores quisieron que en su gran obra -Beethoven y su 'Novena' o Mahler y su 'Décima'- hubiera voces», dice quien no factura instrumento alguno en los aeropuertos aunque sufre el tráfico aéreo igualmente. «Cuando dices cantante la gente piensa en la voz y la garganta, pero para cantar utilizas todo el tronco. De los 250 músculos que tenemos, usamos 200 para cantar, así que encontrar el punto de tensión y relajo justo para poder hacerlo es agotador», cuenta mientras se queja de la espalda. El mal vuelo entre Viena y Madrid hace que su caja de resonancia se resienta.
«No me siento caballero ya»
Por su tesitura vocal ha frecuentado papeles masculinos en las óperas de Mozart. Pero ahora, «en mitad de mis cuarenta» ya no siente los papeles de caballero joven y ha dosificado su relación con la ópera, en la que debutó hace dos décadas. «Las óperas son muy largas, en algunas tienes que estar tres horas y media en el escenario, y ya no estoy para esas carreras», dice quien sube al ensayo en zapatillas de deporte. «Además, la ópera ha cambiado mucho en los últimos 15 años. No quisiera ser joven ahora, cuando se crean superestrellas cada verano. Hoy los medios te encumbran y a la temporada siguiente anuncian la 'nueva Netrebko'». Quería tomárselo con tranquilidad, pero en breve vuelve al escenario con Britten y Weill y al escaparate discográfico con Brahms, Mahler y Schumann.

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